Behavior Changes
Cambios en el comportamiento
Uno de los primeros signos de enfermedad en un recién nacido puede ser un cambio en el comportamiento. Si bien el nivel de actividades, el apetito y el llanto de un bebé varían día a día, incluso cada hora, un cambio muy marcado en cualquiera de estas áreas puede ser signo de una enfermedad.
En general, si su bebé está alerta y activo cuando está despierto, se alimenta bien y usted puede calmarlo cuando llora, las diferencias ocasionales que se presenten en estas áreas son normales. Consulte con el médico de su hijo si le preocupa el comportamiento de su bebé. Algunos cambios en el comportamiento que pueden indicar la presencia de una enfermedad incluyen:
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Apatía o letargo. Es probable que los bebés apáticos o aletargados tengan poca o ninguna energía, estén somnolientos o decaídos y duerman más de lo normal. También es posible que resulte difícil despertarlos para alimentarlos e, incluso cuando están despiertos, no están alertas o atentos a los sonidos y a la estimulación visual. En algunos casos, esto puede desarrollarse lentamente y es probable que los padres no noten este cambio gradual. El letargo puede ser signo de una infección u otros trastornos, como por ejemplo bajo nivel de glucosa (azúcar) en sangre. Consulte con el médico de su bebé si su hijo se vuelve aletargado o manifiesta cambios en sus actividades.
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Mala alimentación. Los problemas de alimentación pueden incluir dificultades del bebé para succionar el biberón o el seno, falta de apetito, regurgitaciones (devolver) y pérdida de peso.
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Los trastornos alimentarios debidos a problemas de succión pueden manifestarse cuando el bebé, desde el nacimiento, comienza a succionar con fuerza y energía y, con el tiempo y en forma gradual, disminuye su eficacia en las tomas de leche, o cuando el bebé comienza a succionar débilmente y no se alimenta de manera adecuada. Esto es particularmente frecuente entre los bebés prematuros. Los bebés con una succión débil pueden tener dificultades para prenderse con firmeza al seno durante el amamantamiento. Durante las tomas, es posible que la madre no escuche los ruidos que hace el bebé al tragar. Es posible que una madre no sienta que sus senos están llenos antes de amamantar o que quedan más blandos (vacíos) luego del amamantamiento. Si usted nota que su bebé no puede vaciar bien el seno o tomar bien el biberón, o si tarda más de 30 minutos en alimentarse, debe consultar al médico de su bebé.
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Aproximadamente después del primer día, la mayoría de los recién nacidos están preparados para alimentarse cada dos a cuatro horas y manifiestan signos de hambre succionándose los dedos o la mano, llorando y haciendo movimientos propios de la succión. Un bebé enfermo puede negarse a comer. Un bebé que duerme constantemente y muestra poco interés en la alimentación puede estar enfermo.
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Es bastante común entre los recién nacidos eructar, regurgitar y derramar leche luego de las tomas. Esto es consecuencia de que el músculo del esfínter entre el estómago y el esófago (el conducto que comunica la boca con el estómago) es débil e inmaduro. Sin embargo, los vómitos explosivos o muy enérgicos, o la regurgitación de gran cantidad de leche después de la mayoría de las tomas, pueden indicar algún problema. En los bebés que se alimentan con leche de fórmula, los vómitos pueden ocurrir luego de la sobrealimentación o por intolerancia a dicha fórmula. Tanto en los bebés que se alimentan con leche materna como en los que lo hacen con leche de fórmula, un trastorno físico que impide la digestión normal puede provocar vómitos. El cambio de color o el tinte verdoso en el vómito puede significar que el bebé tiene una obstrucción intestinal.
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Una pérdida de peso de hasta el 10 por ciento del peso al nacer es normal en los dos o tres primeros días después del nacimiento. Sin embargo, a los 10 u 11 días de vida, el bebé debería recuperar el peso que tenía al nacer. Los signos de que un bebé no aumenta de peso pueden ser la cara demacrada y delgada, la piel floja y la disminución en la cantidad de pañales mojados o sucios. Los bebés recién nacidos deben mojar por lo menos tres pañales por día y, al cumplir una semana de vida, deben mojar por lo menos cinco pañales por día. La mayoría de los médicos quieren ver al recién nacido en su consultorio al término de la primera semana para controlar su peso. La falta de aumento de peso o la pérdida de peso constante en un bebé pequeño puede ser signo de una enfermedad u otros trastornos que deben tratarse.Los problemas de alimentación pueden ser signo de otros trastornos y pueden ocasionar enfermedades graves si no se tratan. Consulte con el médico si su hijo tiene alguna dificultad con la ingestión o digestión de las tomas de leche.
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Llanto o irritabilidad persistentes. Todos los bebés lloran; el llanto es la única forma para comunicar sus necesidades. Los bebés también desarrollan diferentes tipos de llantos para diferentes necesidades, entre las que se incluyen el hambre, el sueño, la soledad, la necesidad de un cambio de pañal y el dolor. Al principio, es posible que los padres no sepan cómo interpretar los llantos, pero en general, logran consolar al bebé satisfaciendo sus necesidades. Sin embargo, un bebé que está constantemente inquieto y nervioso o llora durante largos períodos puede estar enfermo. Además, puede estar muy irritable si siente dolor. El nerviosismo o los temblores también pueden ser signos de enfermedad. Los cólicos se manifiestan con un llanto que comienza alrededor de las dos semanas de vida, se presentan en episodios, duran de dos a tres horas o más a diario varias veces por semana y son difíciles de detener. Existen muchas teorías y una gran cantidad de opciones de expertos, pero nadie está seguro de las causas de los cólicos.Examine cuidadosamente a su bebé para descartar un problema físico; el bebé puede tener ropa que pinche o un alfiler en el pañal. Puede haber un hilo o un cabello enrollado en un dedo de la mano o del pie. Examine también el abdomen del bebé para verificar signos de hinchazón. Revise a su bebé para asegurarse de que no tenga demasiado calor o frío. Consulte inmediatamente al médico de su hijo si llora más de lo normal o tiene otros signos de enfermedad.