Obesidad en los adolescentes
Obesidad en los adolescentes
¿Qué es la obesidad?
La obesidad es una enfermedad crónica grave que puede dañar la salud de una persona. El sobrepeso y la obesidad se refieren a un exceso de grasa corporal. Dado que es difícil medir directamente la grasa corporal, se utiliza un indicador llamado índice de masa corporal (IMC) para estimar la grasa que la persona tiene en el cuerpo. El IMC toma el peso y la estatura de un niño para calcular el resultado. Este resultado se compara con los estándares para niños del mismo sexo entre las edades de 2 y 20 años. Se dice que alguien tiene sobrepeso si su IMC se encuentra entre el percentil 85 y 95 para su edad y su sexo. Se dice que es obeso si su IMC es mayor que el percentil 95 para su edad y su sexo.
¿Cuál es la causa de la obesidad?
La obesidad infantil es una enfermedad desconcertante en muchos aspectos. Aún no se comprende del todo cómo el cuerpo regula el peso y la grasa corporal. Por un lado, la causa parece ser simple: si una persona consume más calorías de las que gasta, aumenta de peso.
No obstante, los factores de riesgo que determinan la obesidad infantil pueden ser una combinación compleja de genética, factores socioeconómicos, factores metabólicos y elecciones de estilo de vida, entre otros factores. Algunos trastornos endocrinos, enfermedades y medicamentos también pueden ejercer una gran influencia en el peso de un niño. La obesidad es más común entre los indoamericanos, las personas de raza negra y los estadounidenses de origen mexicano que entre los blancos no hispanos.
Los factores que pueden influir para que haya obesidad incluyen, por ejemplo:
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La genética. Existen estudios que demuestran que la predisposición a sufrir obesidad puede heredarse. La mayor parte de las investigaciones actuales y futuras apuntan a comprender mejor la interacción entre esos genes y nuestro entorno, siempre cambiante, con respecto al desarrollo de la obesidad. Que tan solo el padre o la madre sean obesos aumenta el riesgo de que el niño sea obeso.
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Factores metabólicos. La manera en que una persona en particular usa la energía es distinta de la manera en que otra persona lo hace. Los factores hormonales y metabólicos son distintos en todas las personas. No obstante, estos factores tienen un papel fundamental en cuanto al aumento de peso en los niños y adolescentes.
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Factores socioeconómicos. Existe una fuerte relación entre la situación económica y la obesidad. La obesidad es más común en las personas de bajos ingresos.
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Elección de estilo de vida. Los excesos en las comidas y un estilo de vida sedentario contribuyen a la obesidad. Estas elecciones de estilo de vida pueden modificarse con un cambio de comportamiento.
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Seguir una dieta con un alto porcentaje de calorías, como en los alimentos con alto contenido de grasas, azúcar o alimentos refinados, fomenta el aumento de peso. Además, cada vez son más las familias estadounidenses que no se detienen a comer y suelen elegir alimentos y bebidas con un alto contenido de calorías. Algunas personas tienen escasas posibilidades de conseguir alimentos saludables a precios accesibles.
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La falta de ejercicio físico regular contribuye a la obesidad en adultos. Hace que resulte difícil mantener el peso ideal. En los niños, el sedentarismo, que incluye ver televisión o pasar el día sentado frente a una computadora, contribuye a la obesidad. En algunas comunidades, los niños pueden no tener un lugar seguro donde ejercitarse.
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Efectos de la obesidad en la salud
La obesidad produce un efecto negativo amplio en la salud. Cada año, las afecciones relacionadas con la obesidad generan en los Estados Unidos costos de más de 100,000 millones de dólares y muertes prematuras. Los efectos de la obesidad sobre la salud incluyen, entre otros, los siguientes:
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Presión arterial alta y alto nivel de colesterol. Estos son factores de riesgo para tener una enfermedad cardíaca.
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Diabetes. La obesidad es la causa principal de la diabetes tipo 2. La obesidad puede generar resistencia a la insulina, la hormona que regula la glucosa en sangre. Cuando la obesidad provoca la resistencia a la insulina, el nivel de glucosa en sangre aumenta. Incluso una obesidad moderada aumenta notablemente el riesgo de diabetes.
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Problemas en las articulaciones, incluida la osteoartritis. La obesidad puede afectar las rodillas y la cadera debido a la tensión que el peso adicional ejerce sobre las articulaciones.
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Problemas respiratorios y apnea del sueño. La apnea del sueño, que hace que las personas dejen de respirar por períodos de tiempo breves, interrumpe el sueño durante la noche y produce somnolencia durante el día. También causa fuertes ronquidos. El riesgo de tener otros problemas respiratorios, como el asma, es mayor en un niño obeso.
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Efectos psicosociales. En una cultura donde el ideal del atractivo físico es, por lo general, ser excesivamente delgado, las personas con sobrepeso o que tienen obesidad suelen sufrir desventajas. Las personas con sobrepeso u obesidad suelen ser culpadas por su afección y son consideradas perezosas o de poco carácter. Los niños obesos pueden tener baja autoestima que afecta su vida social y su salud emocional.
¿Cómo se diagnostica la obesidad?
Un médico debe diagnosticar la obesidad. El índice de masa corporal (IMC) suele utilizarse para definir la obesidad en los adolescentes. Se definen dos categorías, que incluyen lo siguiente:
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IMC igual o superior al percentil 95 según la edad y el sexo, o IMC superior a 30 (el que sea menor). Si el niño tiene un IMC en estos valores, debería hacerse un chequeo médico completo.
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IMC entre el percentil 85 y 95, o IMC igual a 30 (el que sea menor). Esto significa que el niño debería hacerse un examen que incluya una evaluación de las siguientes cinco áreas de riesgos para la salud:
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Antecedentes familiares de enfermedades cardíacas, nivel alto de colesterol, diabetes y obesidad
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Presión arterial alta
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Nivel de colesterol total
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Aumentos notorios en las evaluaciones de IMC de año a año
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Inquietudes sobre el peso. Esto incluye las inquietudes personales del niño relacionadas con tener sobrepeso
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Tratamiento de la obesidad
El tratamiento dependerá de los síntomas, la edad y el estado general de salud de su hijo. También dependerá de la gravedad de la afección.
El tratamiento de la obesidad en adolescentes puede incluir lo siguiente:
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Asesoramiento nutricional y de dieta individual
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Cambios en la dieta y la cantidad de calorías que come
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Aumento en los ejercicios físicos o participación en un programa de ejercicios adecuado
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Cambios en el comportamiento
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Terapia individual o grupal enfocada a hacer cambios en el comportamiento y a confrontar los sentimientos relacionados con los problemas de desarrollo normal y el peso
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Apoyo e incentivos para realizar cambios y seguir las recomendaciones del tratamiento
El tratamiento suele incluir la ayuda de un nutricionista, profesionales de la salud mental y un especialista en ejercicios físicos. Los objetivos del tratamiento de su hijo deben ser realistas. Deberían enfocarse en una disminución moderada del consumo de alimentos, cambios en los hábitos alimenticios y la incorporación de un estilo de vida saludable orientado al ejercicio físico.
Prevención de la obesidad
Por lo general, las personas jóvenes tienen sobrepeso u obesidad porque no realizan actividad física suficiente y tienen hábitos alimenticios deficientes. La genética y el estilo de vida también contribuyen al peso del niño.
Las recomendaciones para la prevención del sobrepeso y la obesidad durante la niñez y adolescencia incluyen las siguientes:
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Cambie gradualmente los hábitos de alimentación y los niveles de actividad de la familia en lugar de concentrarse en el peso del niño.
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Dé el ejemplo. Los padres que comen alimentos saludables y participan en actividades físicas dan el ejemplo y, por lo tanto, es más probable que su hijo los imite.
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Fomente la actividad física. Los niños deben realizar al menos 60 minutos de actividad física todos los días.
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Reduzca el tiempo de “pantalla” frente al televisor y la computadora a menos de dos horas diarias.
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Tenga leche descremada o parcialmente descremada, frutas frescas y verduras en la heladera, en lugar de refrescos y bocadillos con alto contenido de grasa y azúcar.
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Sirva al menos cinco porciones diarias de frutas y verduras.
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Aliente a los niños a tomar agua en vez de bebidas con azúcar agregada, como refrescos, bebidas deportivas y bebidas a base de jugo de frutas.