Toxoplasmosis
Toxoplasmosis
¿Qué es la toxoplasmosis?
La toxoplasmosis es una infección provocada por un parásito unicelular llamado Toxoplasma gondii. Si bien muchas personas pueden estar infectadas con el toxoplasma, muy pocas tienen síntomas, ya que el sistema inmunológico en general impide que el parásito desencadene la enfermedad. Los bebés infectados antes del nacimiento pueden nacer con graves problemas mentales o físicos.
La toxoplasmosis a menudo presenta síntomas similares a los de la gripe, con inflamación de los ganglios o dolores en los músculos que persisten durante períodos que van de unos días a varias semanas. Es posible practicar exámenes a las madres para determinar si han desarrollado anticuerpos contra la enfermedad. Los exámenes del feto pueden incluir ecografías o un examen del líquido amniótico o de la sangre del cordón umbilical. El tratamiento puede incluir antibióticos.
Prevención de la toxoplasmosis
Los Centros para la Prevención y el Control de las Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention o CDC, por sus siglas en inglés) recomiendan las siguientes medidas para prevenir la infección por toxoplasmosis:
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Utilizar guantes al trabajar en el jardín o realizar tareas al aire libre en las que haya que manipular tierra. Los gatos, en cuyas heces puede estar presente el parásito, suelen utilizar los jardines y areneros como caja sanitaria. Lavarse bien las manos con jabón y agua tibia luego de realizar actividades al aire libre, en especial antes de comer o preparar alimentos.
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Pedirle a una persona sana y no embarazada que cambie la caja sanitaria de su gato. De no ser posible, utilizar guantes y limpiar la caja sanitaria a diario (el parásito presente en las heces de los gatos solo puede infectar durante unos pocos días luego de la defecación). Lavarse bien las manos con jabón y agua tibia luego de manipular carne cruda.
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Pedirle a una persona sana y no embarazada que manipule carne cruda por usted. De no ser posible, utilizar guantes de látex para tocar carne cruda. Lavarse las manos y lavar tablas para cortar, fregaderos, cuchillos y demás utensilios que hayan estado en contacto con la carne cruda. Lavarse bien las manos con jabón y agua tibia luego.
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Cocinar bien la carne, es decir, hasta que el centro no esté rosado o los jugos sean transparentes. No probar la carne antes de que se haya cocinado por completo.